TRES POZOS, Chaco.- Después de recorrer unos 100 km de tierra desde Comandancia Frías hasta Tres Pozos, los camiones detienen la marcha frente a tres precarias viviendas de barro, bolsas de nylon y ramas.
Este hombre emerge lento como un espectro, de su humilde casa y ofrece un abrazo suave.
Es la imagen manifiesta de la desnutrición, la enfermedad, la marginación y la pobreza extrema. Sonríe como puede y dice: "Estoy bien, mejor". Pero las cavidades de sus ojos delatan que nada puede estar "bien o mejor" en él y que su suerte pende de un hilo a punto de cortarse.
Vive alejado de lo que podría llamarse centro de Tres Pozos a 615 kilómetros de Resistencia. Es una zona adonde no llega la asistencia y donde ni siquiera hay registro de que quiera llegar. Quien ocasionalmente viene aquí tiene la sensación de que se están secando y de que nadie piensa en rescatarlos.
"Tengo mucha tos y me duelen la espalda, los pulmones. A veces no comemos nada, porque no hay trabajo". Durante varios días Cristina Sánchez, precursora de Fundación Corriente Cálida Humanística recorrió la región de El Impenetrable, Chaco, donde además de colaborar con toneladas de donaciones de alimentos, ropa, herramientas, calzado y medicamentos, pudo comprobar a simple vista que la comunidad aborigen se halla en estado desesperante.