En las siguientes líneas (me he pasado un poco, ji ji ji, aunque teniendo en cuenta que el PDF tiene 252 páginas, he hecho un esfuerzo, ¿eh?), se muestran los resultados de un estudio de campo que encontré sobre el tema de los videojuegos, que a mi en particular me interesa, desde un punto de vista crítico. Es un estudio de campo muy completo con muchos gráficos de los resultados, y estudios de cada uno de los videojuegos más clasificados en la lista de preferencias por los mismos encuestados.
A mí en particular, me parece bien echar la culpa a los padres ya que por su puesto tienen una gran culpa, pero es que tampoco es la única solución.
Vosotros mismos os contradecís mil veces (más que los del PP –derecha-), por ejemplo: cuando alguna vez he dicho que “cuando tenga hijos pienso educarlos respecto a este tema y me preocuparé por saber qué tienen entre manos”, siempre sale alguno diciendo que estaré creando un niño amargado y marginal, que me odiará. ¿Por qué? Muy fácil, porque los videojuegos son un mecanismo de socialización para los niños y adolescentes, así como la marca Nike y otras cosas. Qué triste, ¿no?, porque esto supone que hay una presión social y que la persona no es libre.
Para los padres es muy difícil luchar contra toda esta sociedad, porque siempre van a estar los que pasan de todo y basta para que estos influencien a todos los demás.
Además como se puede comprobar, en el trabajo de campo se ve claramente como son las madres las únicas que se preocupan por lo que hacen sus hijos, por esta misma sociedad machista donde el hombre no se preocupa de los cuidados, además se ve como a las chicas se les controla mucho más a pesar de que juegan mucho menos. Paradojas de esta sociedad..., ya ves.
Por otro lado tampoco estoy a favor de ese tipo de padres que controlan de una forma esquizofrénica todo lo que tiene que ver con sus hijos, hay que dejar un mínimo de libertad para que el niño vaya tomando autonomía y a veces se de cuenta por si mismo de sus propios errores.
Me acuerdo cuando mi primo hermano estuvo viviendo en mi casa un año y pico (ya sé que ya lo he contado otras veces...), y estaba viciadísimo a los videojuegos de la Play (en especial al Final Fantasy). Mi madre no podía luchar, era imposible, se ponía muy violento, y eso que tendríamos unos 12 o 13 años.
Luego se compró el Crash Bandicot, este que el protagonista era un zorro rojo que iba por ahí cogiendo manzanas. A mi este juego me gustaba mucho, y la verdad hasta yo misma me vicié, y nos pasábamos horas jugando, hasta que venía mi pobre madre de trabajar mil horas y se acaba de desquiciar con los jodios niños. Claro, en aquel momento a mi, ese juego, me parecía bastante inofensivo (a pesar de que yo me ponía muy nerviosa y no sé como no rompía el mando de la Play con toda la fuerza que hacía, es increíble lo fuertes que llegan a ser estas cosas, jajaja, creo que hasta tienen un premio por buen diseño), ya que no matabas a nadie explícitamente en plan sangre y cosas de estas. Pero ahora lo pienso y digo... “¡Joder! Estaba ambientado como en Egipto, China..., los malos eran árabes, chinos, etc. ¡Qué cabrones los que lo diseñaron! Nos estaban metiendo a nosotros, unos inocentes niños, un mensaje racista subliminal”.
También me gustaba jugar a uno de carreras, a pesar de que no se me daba muy bien y en seguida me salía de la pista, y en cada curva le pegaba unos estirones al mando que a punto estaba de arrancarlo. Jajaja. Tenía una opción ese juego de poner los coches en una pista redonda y jugar a estamparse con los demás coches, o algo así, y ese me gustaba más porque no necesitaba concentrarme tanto y descargaba más adrenalina. Por supuesto era consciente de que aquello era ficción, pero a pesar de eso, sí me ponía algo nerviosa y alteradilla.
En fin, no estoy en contra de los videojuegos, y me parece muy bien que la gente se divierta un rato con estas cosas, siempre y cuando no suponga un trastorno en sus vidas y no les robe tiempo para hacer cosas más importantes. Pero eso no quita que una persona que juegue no pueda ser minimamente crítica con el tema, y sea capaz de ver un poco más allá de sus narices, ver el trasfondo de las cosas que nos rodean, ver que muchas veces transmiten unos valores que en nada benefician a la sociedad. Yo nunca he pretendido que nadie deje de jugar, como me decía pleiade un día..., sería muy ambicioso por mi parte. En particular sólo me propongo hacer una discusión sobre un tema que da para mucho y que todavía falta mucho por perfeccionar. Claro que siempre cabe la opción de quedarse de brazos cruzados pensando que las cosas ya están bien como están. Pero entonces, ¿para que nos sirve la razón?
Creo que permanecer con los ojos cerrados, creyendo que todo esto es un mundo de rosas que nada influye en la construcción social es una equivocación y propio de personas pasivas que han perdido el criterio o peor; que nunca lo han tenido.
No me importa que vosotros seáis muy adultos, muy responsables y nunca os pasáis de la raya (ya que sé que cada uno siempre cree que a él no le afecta nada de esto, es como cuando siempre se piensa que nunca vamos a tener un accidente), pero no se puede negar que los videojuegos están tomando demasiado protagonismo entre los más niños.
Además está más que claro que el ser humano es violento por naturaleza, venimos del simio, sí. Pero yo me pregunto, ¿merece la pena seguir potenciando el lado más irracional y mierda del ser humano por conseguir beneficios económicos?
Es decir, las empresas saben que la violencia y todo esto vende porque lo llevamos en nuestras entrañas y en nuestra cara irracional, pero no lo veo ético, no sé, es demasiado complejo para explicarlo así. Es decir, yo a eso no lo veo progreso.
Y me da rabia cuando los aficionados de los videojuegos tachan de conservadora cualquier crítica, sin ni si quiera pensar en lo que se les dice. Precisamente yo de conservadora no tengo mucho, es decir, nada, y por ejemplo, no me molesta el hecho de que se muestre sexo simulado o explícito, sino el cómo se muestra, el papel que ejerce la mujer de sumisión o de “zorra” despreciable y sin ninguna dignidad, y así con las demás cosas, el papel estereotipado, las prendas que llevan más dignas de una prostituta que de una exploradora o detective o lo que sea. Eso está creando unos modelos y roles sociales que no son nada beneficiosos.