Existen unos papeles verdes muy atractivos, portátiles y altamente necesarios para mantener nuestra reconciliación con el mundo. No conozco persona alguna que pueda sentir indiferencia ante la falta o abundancia de ellos. El dinero nos mueve o impulsa de alguna manera (muy distinta en cada caso).
En realidad no hay una forma correcta o incorrecta de emplear el dinero, todo es válido. Cuando nos hemos ganado alguna cantidad siempre recordamos "esto es mío y hago con él lo que se me dé la gana". Los beneficios/perjuicios de esas decisiones nos ayudan a madurar y canalizar nuestros objetivos. Nos pasa a todos.
Quienes eligen el camino del salario tienden a convertirse en excelentes administradores de ingresos fijos y constantes. Por otra parte, los freelances, autónomos, independientes -o como se les llame- aprenden a torear sus buenas y malas rachas. Sin embargo ambos tipos tienen -al menos- un punto en común: cómo deciden progresar y qué trato le dan a su capital para lograr sus metas.
Claro que todos debemos llevar el pan a nuestras mesas, pero qué hacemos con lo que sobra?. Unos son muy apegados a los placeres y procuran complacerlos (vestimenta, vehículos, viajes, cosas y más cosas), otros ahorran al máximo, otros invierten y otros hacen un poco de todo lo anterior.
El materialismo y consumismo que nos inyectan los medios de comunicación hacen que se abra un gran drenaje donde se cuela gran parte de nuestras ganancias. Hace unos días una amiga (a punto de adquirir un vehículo a crédito para salir de su viejo automóvil) me dijo -¿por qué comprarme un simple Seat cuando con un 40% extra puedo optar por un Mazda 300?- y agregó -unos centavos más en las cuotas mensuales no se sentirán mucho-... "No se sentirán mucho" jejeje. Esos "centavos extra" representaban unos 100 euros más de los tresciendos que ya tenía comprometidos.
Fíjense en lo anterior: mi buena amiga ya asumió el compromiso con los 300 y ahora estaba estudiando meter otros 100 en el saco. Ella dentro de su euforia ve la cantidad de "100", pero la verdad es que ya son "400". Y si terminara comprometiendo 400 y saliera otra opción más lujos que costara 200 más, apuesto a que en su mente ella vería "200" mientras la cuota sube a 600.
-Además -agregó ella- a crédito todo es más accesible-.
El emprendimiento y la forma de ver el dinero
Desde hace algún rato me he dedicado a aprender a ser un emprendedor. No tengo un manual para esto, es la misma experiencia quien me va mostrando los escalones. Creo que esos escalones varían según cada quien, pero la primera lección que aprendí (y estoy aplicando exitosamente) es: los ingresos no se gastan.
Uno no se baña en la fuente del manantial sino río abajo, a fin de que la fuente siga manteniéndose limpia. Eso que "sobra" de nuestros salarios es precisamente la fuente, lo que deberíamos multiplicar en lugar de restar. Cuando gastamos ese "sobrante" no hay más sino hasta el mes que viene. En el caso del freelance o autónomo, cuando se gasta ese "ingreso extra" no hay nada más sino hasta el próximo contrato. Mi amiga gastará ese "sobrante" en un artefacto que representa un gasto por sí mismo, por lo cual esos 400 euros mensuales subirán a 700 para "ayudarle" a mantener su estátus o comodidad relativa. Y esos 700 saldrán de su fuente, lo que tenía que cuidar sobre todas las cosas.
¿Cómo se gasta el dinero correctamente?
Voy a recordar que estoy escribiendo esto desde mi experiencia personal, lo cual no tiene por qué ser la correcta pero es la que me está funcionando.
También mencioné que -en general- no hay forma incorrecta de emplear el dinero (siempre que no sea en perjuicio propio o ajeno), pero a mi juicio las cosas deberían planificarse así, y lo voy a poner simple:
- Buscar la manera de multiplicar la fuente. Las primeras ganancias resultantes conformarán la bolsa.
- No gastar de la fuente sino de la bolsa. Así de simple.
¿En qué gastamos la "fuente"?
No la gastamos (si la gastamos la perdemos) sino que la invertimos. Actualmente estoy invirtiendo en carne al mayor junto con mi suegro. Sólo me quedo con el 14% de las ganancias netas pero tengo la ventaja de que no muevo un dedo para ganarlos, sólo pongo mi capital. Por cierto que éste representa mi primer intento serio de inversión. Actualmente las ganancias son relativamente bajas (más o menos lo mismo que daría adsense en una web de alto tráfico) pero es algo que se va acumulando y puedo emplear en el futuro.
Lo importante en este punto es que para nada mis ingresos se ven afectados. La cantidad inicial invertida sigue engrosando lentamente. Tengo la posibilidad de arriesgar lo acumulado en cualquier negocio sin que tal hecho me joda la despensa. Entonces, ese dinero que en el presente trabaja solo se ha convertido en una nueva fuente para mí, dado que estoy planificando emplearlo en otras cositas pequeñas de bajo riesgo (y bajo margen de ganancia) que no me ocupen el tiempo. La suma de esas pequeñeces, sin embargo, posiblemente arrojen una cantidad interesante a final del mes. Poco a poco.
Bueno éste es mi primitivo método inicial. He aprendido bastante. A veces la impaciencia me ha invadido pero trato de plantear un largo plazo dividido en etapas cortas. Sí me ha funcionado, no como esperaba pero recientemente (luego de casi un año de haber empezado) está comenzando a obrar a mi favor.
¿Qué objetivo se persigue?
En mi caso el objetivo final es jubilarme rápido. No quiero llegar a los 50 con un monitor pegado a la cabeza. O tal vez sí, pero haciendo cosas que me gusten en lugar de estar trabajándole a clientes. No soy adivino o brujo para calcular cuáles serán las ganancias en X tiempo, pero sí puedo ocuparme de mantener ese saco en crecimiento constante, mientras lo que gano desarrollando sitios -mi trabajo- me sirve para los gastos.
Otra cosa importante: si mañana me propusieran tomar el 85% de las ganancias de la carne y ocuparme -por ejemplo- de distribuirla no lo aceptaría. La condición para seguir en el negocio es que no requiera de mi presencia o labor para funcionar. Precisamente se le llama "negocio" porque no le dedico tiempo. De lo contrario no sería mi negocio sino mi trabajo.
A estas alturas del partido considero que ganar cierta cantidad con el sudor de la frente para gastarla en cosas superfluas es un genuino crímen contra uno mismo. Por cierto, a mi amiga le aconsejé que invirtiera esos 400 euros en alguna cosa productiva y que con el tiempo podría tener una bolsa propia de ganancias que le permitiría pagar esas cuotas sin necesidad de restar sus ingresos. Por supuesto sus ansias pudieron más que su sentido común y sospecho que mañana estará firmando el contrato de crédito con el banco. Ella eligió.