Cita: Primero agradecer a
www.vecindadgrafica.com la colaboración del material, de este tema ha sido la razón fundamental de la creación de este subforo.
Tema
Acerca de la Práctica del Diseñador
Por:
Alguien Ante la frecuencia con que se pregunta en los foros cómo hay que cobrar el trabajo que realiza el diseñador y las dudas que se observan sobre el quehacer profesional del mismo, permitidme presentar a vuestra consideración las siguientes reflexiones acerca de la práctica profesional. Cierto que la realidad es variada y depende de múltiples factores, pero si los conceptos están claros, adaptarlos a la realidad de cada cual es más fácil. Son seis largas reflexiones.
Agradezco, querido moderador adandesign, que las aceptes en tu foro.
Definamos primero que es diseño, desde la óptica del quehacer profesional: diseño es la creación (trabajo intelectual) de una idea, como consecuencia del encargo de un cliente para resolverle un problema, en principio, de comunicación. Por esta idea, el diseñador percibe unos honorarios pactados de antemano con el cliente. Así que: diseño igual a idea. (Más adelante veremos que diseño es también igual a... otra cosa).
Veamos, ahora, en qué consiste esa idea. La idea es una solución al problema planteado por el cliente. Una solución plasmada de cualquier manera -en un papel arrugado que el diseñador tenía a mano en el taxi, por ejemplo-, es una idea (diseño). El diseñador ya puede presentarse ante el cliente y entregarle el papel arrugado: "Ahí tienes la idea (el diseño)" y cobrar sus honorarios de diseño (que son una parte de los honorarios totales, como veremos más adelante) porque ha presentado al cliente... el papel arrugado. Perdón... el diseño.
Nunca hay que presentarle al cliente dos o más ideas. Si el diseñador ha tenido varias ideas debe decidir cual es la más adecuada y presentar sólo esa al cliente. De presentar varias ideas, el resultado final acostumbra a ser una mala mezcla de todas ellas. En cualquier caso, si encontrar una idea "buena" ya es difícil, encontrar dos es... casi imposible. Es cierto que distintos diseñadores pueden encontrar distintas ideas "buenas" para un mismo problema, pero ello es porque el proceso intelectual de cada uno de ellos es distinto. Pero es difícil que el mismo proceso intelectual -el mismo diseñador- encuentre varias ideas "buenas". Habitualmente, una idea descarta a otra.
Resumen: diseño es el resultado del trabajo intelectual del diseñador -una idea- con independencia de la forma en que esta idea se presenta al cliente. El diseñador ha de indicar en el presupuesto los honorarios de diseño -trabajo intelectual- separadamente de otros conceptos que veremos más adelante. De esta manera, si el cliente decide paralizar el proyecto, el diseñador se asegura el cobro del esfuerzo intelectual realizado (la creación de la idea).
Parte II
Y... ¿qué hace el cliente con aquel papel arrugado?
Tiene cuatro opciones:
1) No le "gusta" la idea (diseño). Es posible, pero de ello no tiene culpa el diseñador, puesto que el encargo es para resolver un problema, no para satisfacer los gustos personales del cliente. Así que la respuesta adecuada al "no me gusta" es una pregunta: "¿Es adecuada la idea?"
2) El cliente dice que no, que no encuentra adecuada la idea. Entonces puede decidir rescindir la relación con el diseñador. Ya vimos en la primera parte que si el cliente decide paralizar el proyecto, el diseñador tiene derecho a cobrar el trabajo intelectual realizado (la creación de la idea). O cobra o habrá trabajado gratis. Eso en el mejor de los casos, porque pudiera ser que el cliente, a espaldas del diseñador, use la idea.
Pero también puede pedirle al diseñador otra idea (diseño). Si los honorarios pactados son generosos -o el cliente interesante-, el diseñador puede decidir aportar una nueva idea -si su mente se lo permite- por el mismo precio pactado. O negociar un aumento. En cualquier caso, hay que ser muy cautos: es frecuente que el cliente pida una segunda idea, no tanto porque la primera no sea adecuada, sino para demostrar que es él quien decide o porque no acaba de confiar en el diseñador (en especial si es joven).
3) El cliente encuentra adecuada la idea, pero decide que no es el momento oportuno para resolver su problema de comunicación, aparca el proyecto y se guarda el arrugado papel (la idea) en un cajón a la espera de mejor momento. Proyecto paralizado: ya sabemos que "el diseñador tiene derecho a cobrar el esfuerzo intelectual realizado..." etc., etc.
4) El cliente encuentra adecuada la idea y decide pasar a la segunda fase: la "materialización" de la idea, o sea, darle forma gráfica para ser editada, o sea estudiar la tipografía más adecuada, el color, la composición, etc.
Volvamos atrás: "Así que: diseño igual a idea. (Más adelante veremos que diseño es también igual a... otra cosa)", decíamos en la primera parte. Pues ahora es el momento: también llamamos diseño al resultado de "materializar" la idea. Al resultado de ponerse delante del ordenador y dar forma a la idea contenida en el arrugado papel, también se le llama diseño.
Es el hecho de que se use la palabra diseño para definir dos quehaceres distintos lo que provoca, con frecuencia, confusión. Ello no sería mayor problema si no fuera porque el cliente puede aprovechar esta confusión de conceptos para evitar pagar los honorarios de creación de la idea, en base a que el diseñador no ha hecho aún el "diseño" (la "materialización").
Y... ¿quién "materializa" la idea del papel arrugado?