19/09/2004, 17:41
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| Viejo demente | | Fecha de Ingreso: junio-2004 Ubicación: Caracas - Venezuela
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Antigüedad: 20 años, 5 meses Puntos: 832 | |
una pregunta que hace tiempo me hice fue ¿qué hacer con los clientes que creen saberlo todo?... naturalmente son huesos duros de roer, pero si éste tiene requerimientos directos de la rama en la cual uno se desempeña, pues no se puede estar ando el lujo de desechar ciertos clientes.
así que una vez encontré un artículo de prensa, cuyo contenido describía una graciosa manera de "educar" al cliente, y francamente he tomado mucho de aquella lectura. debo tenerlo guardado en alguna gaveta y prometo postearlo en cuanto lo encuentre, pero el punto es que me llamó la atención una comparación muy singular y graciosa que allí se hizo, y fue la semejanza de un cliente con un loro, los cuales tienen en común la "cualidad" de repetir todo lo que oyen, sin que necesariamente hayan asimilado mentalmente lo que están diciendo.
esto por supuesto se aplica al cliente como "cliente", no en el resto de su desempeño y vida en general.
pues según el artículo, el mensaje que el cliente quiere hacernos llegar es "no soy un neófito, así que no vas a abultar mi presupuesto, o marearme con tus definiciones técnicas".
basado en mi experiencia con los clientes he sacado muchas conclusiones (aunque después de 15 años en el oficio tengo más dudas que respuestas) y una de ellas es que cuando un cliente busca un diseñador, tiene las mismas actitudes defensivas que si buscara un abogado o un contador, pues se trata de una rama "misteriosa" para muchos y tiene algo en común con las otras dos disciplinas mencionadas: el intangible.
hace algún tiempo asistí a una ponencia denominada "calidad total para empresas de servicios", la cual tocó ese punto de manera muy interesante. según el ponente, los clientes buscan beneficios tangibles al efectuar un pago o adquirir un compromiso, pues como todo integrante de una sociedad de consumo necesita poseer algo en las manos después de una negociación.
haciendo caso de ello, pude hacerme paulatinamente de elementos extras en mi papelería: una carpeta a todo color con un folleto corporativo de mis servicios, muestras digitalizadas e impresas de algunos trabajos, algunos trípticos promocionales y ejemplares de publicaciones que he realizado, bien sean revistas, algún libro o lo que tenga a mano en ese momento. también me aseguré de diseñar un buen formato de contrato y lo esencial: órdenes de trabajo y factura... el cambio fue muy positivo desde el primer momento. pude notar que el cliente (sobre todos los nuevos) se iban menos desconfiados que antes y eso me impulsó a tomar la iniciativa de hacer presentes navideños a todos, acompañados de su respectiva llamada.
da resultado compañeros... y les animo a intentar según las posibilidades. el cliente nunca se mostrará cerrado con un tangible. todo lo contrario. les abrirá aún más las puertas y los contará entre sus primeros proveedores o, en el peor de los casos, alguien cuyos servicios se podrían considerar en la próxima junta de estrategias a tomar.
claro, siempre tomando en cuenta que lo más importante es la calidad integral de respuesta en cada trabajo.
saludos. |