Cada cliente es un mundo.
Podés comparar con aquellos que no dudarán un instante en darte claves de FTP y otros accesos (
¿necesitás el password del correo? te dicen) y de otra mano, clientes que han delegado vida e historia en manos de un programador—por ejemplo—ante quien deberás presentar tips, informes y sugerencias.
¿Meter las manos en el servidor? ¡Olvídate!
A través del tiempo me han tocado caso bien dispares. Rara vez un cliente tiene un
modus operandi idéntico al otro.
Y como son las cosas; uno no puede andar por la vida, imponiendo la forma de trabajar a otros. Hay que seguir la clara virtud de los maestros orientales; como el agua: adaptarse