Respuesta: Empire: Total War Pues yo sigo diciendo que las ciudades debían continuar pudiéndose fortificar, al menos aquellas que estuviesen en la frontera o las colonias.
Lo que pasa es que las murallas habían evolucionado, pero continuaban estando ahí. Por ejemplo, en América, la mayoría de nuestras ciudades estaban sumamente fortificadas para resistir los ataques de las potencias rivales y para resistir los ataques de los corsarios.
Por lo tanto, es una imprudencia, antihistórico e incluso una pérdida de jugabilidad el no ponerlas.
Edward, ¿qué opinas de este tema?
Chapínmercenario, es que en el siglo XVIII las ciudades continuaban fortificándose. Como piensas si no, que iban a resistir la lluvia de obuses del ejército que intentase tomar la plaza.
Mirad, aquí os pongo un texto para que os empapeis bien de que en el siglo XVIII había fortificaciones:
LA CIUDADELA DE JACA
La fortificación poligonal
Hasta el siglo XV los castillos, de los que hay en España unos 2.500, fueron prácticamente inexpugnables. Sólo la traición, la sorpresa o el hambre eran capaces de rendirlos.
A mediados de dicha centuria las armas de fuego y sobre todo la artillería, ya habían alcanzado notable perfección en todos los sentidos. Los cañones de grueso calibre y los morteros, aunque lentos y pesados aún, eran capaces de abrir brechas en los muros, facilitando así el posterior avance de la infantería sitiadora. Consecuencia lógica e inmediata: un cambio radical en los sistemas de fortificación, que sólo conservaron el viejo criterio, siempre vigente, de la posibilidad de defensa en todas las direcciones.
En consecuencia se hacía preciso:
-Perder altura en torres y murallas para no dar "facilidades" a la artillería de sitio enemiga.
-Contar con un obstáculo verdaderamente activado y difícil de superar, cual era el foso de circunvalación, inundado de agua o no.
-Poder batir de flanco al enemigo que intentase el asalto.
El Renacimiento también se ocupó de estas cuestiones y mentes tan preclaras como las de Alberto Durero y Leonardo da Vinci pusieron su ingenio y arte al servicio de los príncipes europeos. A modo de ejemplo citamos aquí un párrafo de la obra de Marco Rosci Leonardo: "Tal como demuestran los bocetos del Códice B y de Madrid II, las concepciones de Leonardo eran parecidas y tan actualizadas como las de los arquitectos Moro, Valentino y Jacobo Appiani: torreones y bastiones bajos, macizos, en escarpa, casamatas, trincheras y empalizadas delante de los verdaderos muros". En el Madrid II puede leerse: "... los torreones deben ser bajos y cubiertos de bóveda gruesa y roma en fuerte ángulo obtuso, para que esquiven los golpes laterales". Aquí radicaba la preocupación fundamental. La degradación de alturas está razonada al pie de otro de los bocetos: "... por tantas líneas como el defensor pueda ofender a su ofensor; por esas mismas el ofensor podrá ofender al dicho defensor".
Parece lógico suponer que don Tiburcio Spanochi, italiano de origen, como ya hemos señalado, hubiera estudiado con mucha atención las nuevas tendencias nacidas en Milán y en Florencia, no siendo ajeno a las teorías de Leonardo da Vinci. Sin duda el comendador sacaría eficaz partido de todas ellas.
La "planta poligonal" parece obedecer a la necesidad de tener que hacer máximo empleo de los fuegos de flanco por parte del defensor. Y nuestro Castillo de San Pedro es un claro y magnífico ejemplo de ello. En los esquemas que acompañan a este modesto trabajo podrá el lector comprobar, sin esfuerzo excesivo, nuestras afirmaciones al respecto.
Este tipo de fortalezas tuvo gran valor hasta bien entrado el siglo XVIII, siendo verdaderas obras geométricas en las que se determinaba el valor de los ángulos y medidas en función de los alcances de las armas de fuego de la defensa. El célebre ingeniero militar y ministro Vauban llegaría a establecer una serie de reglas para atacarlas, a las que se oponía destacando fuera de las murallas nuevas obras de defensa, de forma que el conjunto resultaba ser una complicada serie de polígonos estrellados concéntricos, no desprovistos de cierta belleza formal. Queda claro, pues, que el famoso ministro del rey Sol no fue el inventor del sistema "poligonal" sino que, conociéndolo bien, se ocupó de perfeccionarlo, aumentando el número de anillos poligonales estrellados. El castillo de Figueras (Gerona), por ejemplo, es una clara muestra de cuanto aquí apuntamos.
Durante el siglo XVI el tipo de ciudadela "poligonal" fue muy empleado en los Países Bajos. Si se disponía de agua en cantidad sus fosos eran inundados. El duque de Alba construyó una en Amberes que fue demolida en 1577. Asimismo, en la ciudad de Lieja se completó otra que tiene la particularidad de ser exactamente igual a la de Jaca, siendo ambas las únicas que hoy en día se conservan al completo en el mundo, si bien la belga rodeada de edificaciones que afean el conjunto. También la antigua fortificación de Pamplona, actualmente semidestruida, pertenece al mismo tipo. En el continente americano llegaron a construirse varias ciudadelas parecidas, destacando entre ellas el conocido fuerte de San Felipe, en el puerto del Callao de Perú.
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