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Antiguo 18/10/2007, 07:48
alpla
 
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Re: M2TW: Tu Historia

Saludos a todos los reyes y generales. Aquí os dejo la redacción que encontramos de un escriba entre los manuscritos de un viejo monasterio. Parece ser que cuenta la historia de su querido rey, ya olvidado. Conoced la historia verdadera de Castilla.


Los comienzos de una dinastía

Los comienzos de toda dinastía son humildes, y aunque la gloria sea conseguida con mucho esfuerzo, toda monarquía comienza con un feudo raquítico.
Este es el caso de Castilla, una facción debilitada tras las conquistas del Islam en la península ibérica, y deudora de las culturas del norte. El antiguo reino de los visigodos, y el pasado romano serán importantes bazas en su cultura y en su política.

Pronto el rey castellano mostró una piedad sin parangón en la Europa del momento. Una apuesta profunda por los valores cristianos le llevó a declarar la guerra sólo a los enemigos de Dios, a los enemigos del Papa. Siempre respetaría a sus hermanos católicos, y desde los inicios Castilla mantuvo excelentes relaciones con la Santa Sede, y aunque el único Papa castellano murió al año de ser elegido, el colegio cardenalicio cuenta desde sus orígenes con una importante presencia peninsular.

Creando un país

Los primeros pasos de los reyes de Castilla se dirigieron a crear una base sólida, un país bien delimitado y defendible ante invasiones externas. Además, el mito del reino visigodo empujaba a recuperar todos los territorios de la península. Castilla siempre consideró la península ibérica como propiedad inalienable, y en base a eso comenzó una lenta conquista de los territorios que no controlaba.
Al principio contentándose con arrebatárselos a los pequeños reinos rebeldes y, una vez ocupados, atacando a los decadentes emiratos musulmanes del sur.
Las relaciones con Portugal eran buenas, se esperaba vencer primero al Moro del sur, además Portugal contaba con el apoyo del Papa con lo que era un lógico aliado castellano. Pero la inquina portuguesa llevó su rey a atacar las tierras castellanas, provocando el caos y la confusión por la traición de unos hermanos, tan buenos cristianos.
La cristiandad al completo se conmocionó por esta provocación. El Papa, máximo árbitro de la humanidad, se decantó del lado de Castilla y excomulgó al rey Johão. El rey castellano, enfadado, declaró la guerra a los portugueses, dando paso a la etapa que conocemos como la “Guerra de la península” en honor a la región donde se fraguaron tantas batallas.
La península se convirtió en un hervidero de ejércitos católicos, musulmanes y del anticristianismo portugués. Una contienda entre religiones a gran escala en la que poco a poco Castilla se fue imponiendo, con un gran coste económico y militar. Las ayudas exteriores a musulmanes y castellanos provocó que los portugueses quedaran en un segundo plano casi desde el comienzo, cuando perdieron la importante plaza de Lisboa.
A pesar de las dificultades, la contienda se fue resolviendo cada vez más del lado castellano.
La toma de Navarra a los portugueses, y la triunfal Cruzada concedida por el Papa contra Granada fueron los momentos clave de esta primera gran guerra fraticida.
El resultado fue una Castilla fuerte y preparada para defenderse de sus nuevos enemigos.


Castilla, una nueva potencia mundial.

El rey de Castilla podía sestear tranquilo en su palacio toledano. Sus territorios abarcaban desde Gibraltar hasta los pirineos. No había rebeliones en sus reinos, la economía marchaba bien gracias a un sistema fiscal muy relajado que, aunque restringía los ingresos, aseguraba un crecimiento a largo plazo y una estabilidad muy interesante. La labor evangélica era también muy intensa, cristianizando hasta el último morisco que quedaba y consiguiendo que los obispos españoles ocuparan más puestos en el colegio cardenalicio.
La diplomacia cerró tratos comerciales con varias naciones extranjeras y alianzas con el Sacro Imperio, Bizancio y Escocia. Los únicos enemigos declarados de Castilla eran los decadentes marroquíes y los impíos portugueses y, estos últimos estaban afincados en el suroeste francés, atrapados entre Francia, Inglaterra y Castilla. Pronto, la guerra entre franceses e ingleses absorbería los últimos jirones del reinado portugués y acabarían despojando al conspirador rey Johão de su inmerecido trono.

Los problemas castellanos comenzaron al morir el último rey portugués. Una nueva nación se quedaba a las puertas de los pirineos, y éstos no eran unos débiles excomulgados como los portugueses. Era una importante potencia a todos los niveles, con poderosos ejércitos de tierra y de mar, en plena expansión militar.
Inglaterra había salido de su isla y no le iba nada mal.
Francia se había replegado de cada una de sus regiones occidentales, retrocediendo frente al avance inglés. Mientras, el duque de Milán avanzaba desde el sur arrebatándole las regiones orientales.
Francia había sido recortada en sus dos extremos, quedando como una fina tierra y muy debilitada.
Los ingleses no parecían interesados en el continente, parecían preferir conquistar regiones litorales, continuando con las tierras del norte de la península ibérica, de modo que se prepararon para cruzar los pirineos. Y cuando cruzaron tenían bien provistas sus tropas, las cuales eran muy numerosas.

Por muchos años Navarra y Zaragoza resistieron el asedio del rey inglés. Los ejércitos castellanos se desvanecían y eran arrasados una y otra vez por los británicos, como olas de mar contra las rocas.
Gracias a que las operaciones se dieron al sur de los Pirineos, los castellanos podían mandar ejércitos improvisados continuamente, mientras que los ingleses se veían obligados a lamentar cada baja como irreparable. Toledo, León y Valencia abrían sus puertas todos los años enviando a sus jóvenes campesinos, mal pertrechados y sin instrucción al combate contra los británicos.

La tenacidad castellana, el sacrificio de tantos fieles, consiguió expulsar a los ejércitos de los tres leones dorados. Las banderas rojigualdas ondearían orgullosas en toda la península por mucho tiempo más. Los británicos se vieron obligados a replegarse a la Galia tras ver a sus dos ejércitos totalmente diezmados por las continuas embestidas de los campesinos toledanos.
Sin embargo, no sería justo callar lo que pasó al sur de la península. Mientras los toledanos salvaban a sus hermanos navarros y aragoneses de los asedios británicos, el rey pedía a las cortes andaluzas crear un ejército para atacar a los enemigos musulmanes en su propio país, al sur del estrecho de Gibraltar. Al frente de dicho ejército se puso el infante Luis, nieto del rey y futuro heredero de la corona.
El Papa accedió rápidamente a una cruzada contra Marrakech, primera parada lógica de la expansión castellana. No tardó en caer. El avance de los ejércitos venía precedido de una importante labor de evangelización de las poblaciones sarracenas a marchas forzadas. Cuatro o cinco clérigos predicaban en cada provincia mora, provocando serios problemas a sus autoridades.
El avance castellano en el ámbito norteafricano es un capítulo aparte y alargado. Pero se puede resumir en una larga campaña, larga, lenta, pero imparable, hasta llegar a Túnez. Última parada anterior al mundo egipcio con el cual se mantienen buenas relaciones que no convienen romper. Como punto final a la aventura africana se conquistó Cerdeña, que estaba en manos rebeldes y que augura ser una importante ciudad comercial, dada su situación estratégica en el centro del mediterráneo occidental y en comunicación constante con el mundo italiano.

...continua...