En esta parte empieza la historia de mi amado Cid. ¡¡Dadle su reino en Levante por favor¡¡
En 1079 Los condes de Barcelona, los hermanos Ramón Berenguer II y Berenguer Ramón II no se llevaban bien. Mantenían controversias casi continuas, que se zanjaron a través de una comisión eclesiástica nombrada por el Papa Gregorio VII. La base de las disputas radicaba en que Ramón Berenguer II era quien, desde la muerte de su padre, dirigía efectivamente los condados sin permitir la participación de su hermano en las decisiones de gobierno. El acuerdo alcanzado establecía un reparto de sus dominios, así como el convenio de que los hermanos residirían alternativamente seis meses al año en el palacio condal.
El rey Alfonso VI de León y Castilla nombró conde de Nájera a su alférez García Ordóñez y arregló su matrimonio con Urraca de Navarra, hermana del fallecido Sancho IV de Navarra. Con esto García Ordoñez se convirtió en la figura más importante de la corte castellana. El rey envió a Rodrigo Díaz a cobrar las parias al rey de Sevilla al-Mutamid, y entonces García Ordóñez buscó un pretexto para atacar Sevilla. Puesto que al-Mutamid pagaba las parias, oficialmente Sevilla estaba bajo la protección del rey Alfonso VI, por lo que Rodrigo Díaz consideró que su deber era protegerla del ataque de García Ordóñez. Los dos castellanos se enfrentaron en Cabra y venció el Campeador. Al-Mutamid pagó las parias y añadió algunos presentes de gran valor para el embajador del rey que tan bien le había defendido. De regreso a Castilla, Rodrigo Díaz entregó a Alfonso VI las parias recaudadas y se quedó con los regalos recibidos a título personal, pero sus enemigos en la corte, que no eran pocos, y entre ellos estaba, naturalmente, García Ordóñez, fomentaron habladurías sobre este hecho.
El débil monarca toledano al-Qádir, incapaz de resistir los ataques de los reinos vecinos, pidió ayuda a Alfonso VI, que se la prestó a cambio del pago de parias atrasadas y de una suma adicional.
Alfonso VI tomó Coria al rey de Badajoz al-Mutawakkil, el cual decidió enviar una petición de ayuda a los almorávides de Yúsuf ibn Tasfin. Éste estaba ocupado en la conquista de Marruecos, así que no envió tropas a Al-Ándalus.
En 1081 el conde de Barcelona Ramón Berenguer II fue asesinado por orden de su hermano Berenguer Ramón II, que por ello es recordado en la historia como Berenguer Ramón II el Fratricida. Pese al escándalo subsiguiente, Berenguer Ramón II logró mantener su autoridad sobre sus condados, e incluso logró la tutela sobre su sobrino recién nacido, llamado también Ramón Berenguer. Los únicos condados que rechazaron esta autoridad fueron los de Carcasona y Razes, que, con la excusa de reconocer únicamente como conde al hijo del difunto, se desvincularon completamente del condado de Barcelona y pasaron a manos del conde Bernardo Atón de Béziers. El fratricida compartió la tutela de su sobrino con el conde de Cerdaña Guillermo I Ramón, que se había casado con su tía Sancha, si bien ésta había muerto tres años atrás.
En Castilla, el conde de Nájera García Ordóñez, enemigo irreconciliable de Rodrigo Díaz, logró finalmente enemistarlo con el rey Alfonso VI, a raíz de una brillante campaña que el Campeador había llevado a cabo en tierras de Toledo. El rey receló de un vasallo que tomaba demasiadas iniciativas y que era tan admirado entre sus hombres, así que ordenó su destierro. Fue desposeído de todos sus bienes y se prohibió a todos los súbditos del reino que le proporcionaran víveres o alojamiento. El Campeador abandonó Castilla junto con los hombres que quisieron acompañarlo y se dispuso a ofrecer sus servicios como soldado a quien quisiera aceptarlos.
En primer lugar ofreció sus servicios al conde Berenguer Ramón II de Barcelona, pero no llegaron a un acuerdo. No se sabe exactamente por qué, pero es probable que se debiera a que Rodrigo Díaz siempre impuso como condición a la hora de ofrecerse como mercenario que jamás lucharía contra su señor el rey Alfonso VI.
Entonces marchó a Zaragoza, donde fue contratado por el rey al-Muqtadir, que murió antes de que se acabara el año. Entre su legado se encuentra el palacio de la Aljafería, un alcázar suntuoso con torres, grandes patios y estancias decoradas con columnas de mármol. Al Muqtadir fue sucedido por sus hijos al-Mutamin, que recibió Zaragoza y el apoyo del Campeador, y al-Hayib, que heredó las taifas de Lérida, Tortosa y Denia, si bien hubiera preferido la herencia de su hermano mayor. Al-Hayib buscó el apoyo del conde Berenguer Ramón II de Barcelona y del rey Sancho V Ramírez de Navarra (y I de Aragón), pero en 1082, al-Mutamin, con el apoyo del Campeador, los derrotó a todos en Almenar, donde además hizo prisionero a Berenguer Ramón II. El conde fue liberado a los pocos días.
Los zaragozanos dieron a Rodrigo Díaz el apelativo de Sid en sus canticos de felicidad cuando entro triunfal a la ciudad, que en una variante dialectal del árabe significa Señor. Por ello Rodrigo Díaz es más conocido en la historia como el Cid Campeador. Bajo su protección, Zaragoza dejó de pagar parias a los estados cristianos.