Re: Medieval II Total War Bueno, ya que acabo de entrar y soy nuevo... creo que tendré que explicar un poquito qué hago y dejo de hacer. Empecé en el tema de las conquistas y todo eso con el Civilization, que siempre me ha parecido el Mejor videojuego de toda la historia (si quitamos Sims y demás....), pero la verdad es que con medieval lo pasaba mucho mejor, más arcade y ágil que el CIV, y además la opción de meterte en el campo de batalla y dirigir tu mismo los ejercitos... yummi yummi!!! Luego me pasé al Rome, que también le di bastante guerra, pero al final lo aburrí. Y hace una semana leí por internet que habia salido el Medieval II. Inmediatamente me fuí al Fnac a comprarmelo, y a las dos horas ya estaba instalado en el ordenador. Y hala, otra vez enganchado!!!! Dios, que largas son las noches!!
Yo, debo reconocerlo, siento una debilidad especial por España y la península Ibérica. Es un lugar privilegiado estratégicamente, y por ello mi primera campaña ha sido con la madre patria (ejem... ejem... exagerando un poco...).
La prioridad siempre ha sido convertir las provincias de Iberia en auténticas fábricas de recursos, comercio, y soldados. Lo primero que hice fue barrer del mapa a los portugueses y quitarles Pamplona y Lisboa, que me pertenecían por derecho divino (XD), y luego ataqué a los moros para reconquistar Cordoba y Granada. Una vez toda la península fue mía, aproveché las circunstancias (hordas rebeldes habían ocupado Burdeos y Rennes) y me expandí hacia el norte, pero sin pasarse. No quería iniciar una guerra abierta en el corazón de europa. No todavía...
El siguiente paso fue el siguiente: más que paso, es una tradición. El centro del mundo en Medieval es ROMA, y a mi me gusta estar cerca del sitio donde pasan las cosas importantes. Así que monté un pequeño ejército, y mandé a mi Rey Sancho a Italia, en busca de una región que estuviera ocupada por Rebeldes, y que pudiera conquistar sin atacar a católicos y enfadar así al Papa (que tampoco me profesaba amor incondicional...). La coyuntura fue la apropiada, ya que en ese momento los venecianos fueron excomulgados. Ah, craso error, amigo mío!!! Venecia y Bolonia cayeron rapidamente en mis manos. Derrotados, los venecianos hueron a su capital, en Heraclion, donde los perseguí con barcos hasta que secuestré su puerto. Por increible que parezca, mantuve secuestrado su puerto durante más de 60 turnos. Terminamos olvidando nuestras diferencias y nos hicimos amigos, y precisamente el quedarse como autistas en esa isla les salvó de morir exterminados a manos de otras facciones menos benevolentes que yo. Pero entonces... apareció Hungría. Hungría tenía ganas de fiesta, y gracias a su excelente relación con el Papa, me atacaron en Venecia. Pero claro... pa chulo, mi pirulo (XD), y a mi un húngaro no me vacila así como así. Mandé varios ejercitos y reconquisté Venecia, y de paso continué hasta arrasar Ragusa. El problema era que.... ese flanco de conquista abría un camino muy grande, toda la europa del este, y una guerra abierta contra los hungaros en su terreno, con el control de solo 3 provincias... no entraba en mis planes. Y por si fuera poco, el Rey Sancho murió, así que mis barracones en Italia quedaron sin generales en quien pudiera confiar para la buena marcha de la campaña en esa zona. El buen guerrero sabe tomar las decisiones correctas en cada momento, así que, con mucho pesar, abandoné Ragusa. Luego perdí Venecia. Los húngaros atacaban fuerte, y con el favor del Papa. Llegaron a puertas de Bolonia y ahí.... les detuve!! Con un pequeño pero esforzado ejército, sin generales, pero con mucho fervor, Bolonia resisitió. Y resiste. Mi pequeña franquicia vecina al Papa sigue en mi poder, fabricando Diplomáticos y Mercaderes que mantienen excelentes relaciones con todos aquellos que se acercan a la Ciudad Eterna, centro del Mundo.
Pero... y mientras tanto que pasaba en Iberia? Las ciudades han ido creciendo, y su poder aumenta sin cesar. No ha habido turno que no se construyera algo: las mejores carreteras, atarazanas, regadios, burdeles e iglesias, justas, etc. Pronto estuve preparado para mi verdadero objetivo, el sueño de todo Ibero: la conquista de Africa. Tener la Peninsula Ibérica es requisito indispensable para conquistar Africa, y con Africa... Europa debe temblar. Y eso hice. El rey Berenguel partió hacia Marrakech, y la lucha duró poco. La lucha, porque la conquista si tardó. Lo peor de África es su extensión. Tardé mucho en lograr ser dueño de Marrakech, Argel, Tunez, Tombuctu y Arquin, pero cuando lo logré, las arcas del Imperio rebosaron doblones de oro!!
El rey Berenguel, así mismo, alcanzó las 8 estrellas de mando militar, confirmándose como uno de los mayores conquistadores de todos los tiempos. Con Africa en su poder... su mirada pronto se giró hacia un vecino conocido de mucho tiempo: los franceses. Francia era el primer peldaño en la conquista de Europa, y como una señal divina, el Papa excomulgó a esta facción. Ese era el momento. Hasta entonces, todos los ejércitos que había usado para conquistar habían sido numerosos grupos de mercenarios y unidades militares de bajo nivel. Pero para Europa tenía reservado algo mejor. Leon, Pamplona y Granada, ya convertidas en fortificaciones épicas, empezaron a producir maquinaria de guerra por primera vez. Muchos años preparándose para este momento! Los caballeros andantes empezaron a desfilar del norte de iberia para reunirse en Toledo. Mientras tanto, el rey Berenguel volvía de su campaña africana para hacerse cargo de este nuevo y moderno ejército. Cuando todo estuvo listo, más de 3000 soldados de primerísima clase aguardaban al Rey. Soldados, caballeros, catapultas, sacerdotes y diplomáticos, todos dispuestos a hacer temblar a Europa. Y entonces... BAM!!!!
Llegaron los Mongoles.
Como surgidos de la nada, los mongoles arrasaron Oriente. Mis aliados, los egipcios, empezaron a sudar sangre y lágrimas, mientras veían como su maravilloso imperio (que yo codiciaba en secreto y planeaba conquistar más adelante) era arrasado por esas hordas bárbaras que sólo conocían el secreto de la palabra "muerte". En ese momento, el rey Berenguel no tenía oponente en el campo de batalla. Ningún general atesoraba tanta experiencia y capacidad de mando como él. Hasta que apareció el gran Khan. Otra cosas no sabrían hacer los mogoles, pero lo que a mando militar se refiere, son auténticos virtuosos. Y evidentemente, no pude evitar sentir el deseo de arrasar con ellos y demostrar quien era el Amo del mundo. Berenguel necesitaba ponerse a prueba. Y, de hecho, era necesario, ya que los mongoles avanzaban a ritmo exponencial: a egipto le quedaban dos telediarios, los turcos no podían pararlos, y los rusos se quedaban quietos, sin hacer nada. No tardarían en llegar a la Europa vieja, y para entonces ya tendrían demasiados territorios y serían imparables. No. Debían morir ya. Pero debía hacer esto yo sólo? Entonces ocurrió el milagro. El Khan conquistó Jerusalén. Yo había tolerado a los egipcios controlando la ciudad santa, eran gente civilizada y siempre dispuestos a negociar, pero ver a los sucios mongoles hollar las calles donde Jesucristo mismo predicó la palabra de Dios pudo con la serenidad de mi alma, e hice algo que jamás había hecho: organizar una Cruzada para liberar Tierra Santa. El Papa, que no me profesaba aprecio precisamente (era de origen hungaro, con quienes no tenía buena relación), se alegró de la noticia y dio su bendición. Pronto se unieron a la Cruzada los Ingleses, los Daneses, El Sacro Imperio, y alguno más... Yo, por mi parte, cogí al ejército que había preparado para invadir Europa, y lo convertí en cruzados, junto con mi Rey, y sus tres mejores generales. Embarcados en una inmensa flota de galeras de guerra, se dirigieron a su destino: Jerusalén.
Fueron los primeros en llegar de todos los cruzados. Los 3000 cruzados de Berenguel. Los mongoles, cegados por su hambre conquistadora, tenían el grueso de su ejercito dispersado en varias regiones. Por ello, cuando mis tropas desembarcaron en Jerusalen, el enemigo ni me vio. Simplemente, entré en Jerusalén, agasajado por los fieles que esperaban mi llegada como salvador de nuestro Señor. El siguiente paso fue conquistar la fortificación de Argos. Jerusalén era un pueblo, y sabiendo que esa zona del mundo iba a exigir muchos soldados para mantenerse, necesitaba rapidamente un lugar donde producir rapidamente fieros soldados. Argos cayó rapidamente ante los pies del Rey. Tanto Jerusalen como Argos se encontraban defendidas por numerosas unidades, pero no estaban comandadas por ningun general. Así que la llegada del Rey las hizó cagarse en los pantalones y abandonar sus puestos, dejando las ciudades a mi merced.
Hasta aquí he llegado por el momento... y estoy impaciente por continuar, ya que el combate definitivo entre el Khan y mi Rey está a punto de llegar, y quiero probar mi ejército en una batalla DE VERDAD, una de esas de 2000 contra 2000, y dos generalisimos en ambos bandos. A ver si le gano, y puedo pacificar y cristianizar toda la zona. Mi siguiente objetivo será una Cruzada para liberar Antioquía.
Espero que os haya gustado el relato, a mi me ha encantado narrarlo!!! |