De hecho, el que gané, sea quien sea, habrá ganado por el apoyo del 18% de la población con capacidad de votación.
Esto es, solo el 60% (que es un número muy alto comparado con otras elecciones, incluso con otros países); de ese 60 %, solo el 35 % apoyo al candidato ganador, lo que nos deja con que solo entre un 18% y un 20% de la población apoyó al candidato ganador.
Imagina como era cuando el porcentaje de votación era del 40% o 50%
Y entonces llegamos al problema de que mucha gente cree, equivocadamente, que la mejor forma de demostrar su descontento es no asistiendo a votar; no se dan cuenta que si no apoyan a ninguno, lo mejor es ir y anular su voto.
Ahora, imagina que los votos anulados realmente contaran en una elección, como se ha tratado de hacer en España con los "votos en blanco", en donde ellos proponen que si los votos anulados son mayores a los votos a favor de alguien, esa silla (hablando de diputados y senadores) quede vacía o se busque otra alternativa.
Con eso llegarías a que el 45% de la población no apoya a nadie y se tendrían que buscar otras opciones
Pero en fin, este es nuestro país y ahora solo falta esperar a la resolución del TRIFE. Aunque con lo que dijeron algunos dirigentes del PRD el día de ayer ("vamos a acatar la decisión del TRIFE, pero para nostros la única solución es contar voto por voto", entiéndase: "si nos conviene, si le hacemos caso"), todo parece indicar que la cosa no terminará en el TRIFE.